Tomamos un café con el Dr. Juan Pio Fernando Emina
Pequeña reseña profesional:
El Doctor Emina es médico patólogo.
Fue jefe de la Sección Citopatología del Hospital G.A. E. Tornú, sección que creó.
Actualmente consultor del Instituto Oncológico Henry Moore.
Es miembro fundador y ex presidente (período 1977-79) de la Sociedad Argentina de Citología y actualmente Miembro Honorario Nacional de la S.A.C.
El día de la entrevista el Dr. Juan Emina vino al laboratorio del Hospital Tornú, a esa Sección tan querida por él, y en la que actualmente me desempeño como médica de planta. Tomamos café, comimos cosas ricas y nos perdimos en los vericuetos de la historia, en la que no faltaron anécdotas y episodios emotivos. Para qué vamos a engañarnos: en ese contexto placentero se nos fue la mañana.
Este es el resultado de ese grato momento.
Perlitas:
– “Yo empecé dentro de un placard”.
– “Quiero escribir mis memorias sentado frente al mar en la Isla Fuerteventura”.
– Destaco el entusiasmo que se desprende del entrevistado y que se manifestó en el uso reiterado del adjetivo calificativo “Fantástico”.
P: Dr. Emina, vamos a comenzar por el principio de su carrera como médico citopatólogo, esto es ¿cómo es que usted comenzó a ejercitar la citología?
R: Cuando me recibí de médico lo primero que hice fue el Curso Anual de Cirugía General, en la Escuela Quirúrgica Municipal para Graduados del Hospital Rawson. Después de un año ingresé como Médico Concurrente ad-honorem en el Servicio de Cirugía General del Hospital Pirovano, y luego de dos años por concurso gané el puesto en el Tornú. Con el Dr. Aguilar como jefe de cirugía, comencé a hacer cirugía torácica, y ayudando en las operaciones, se hizo evidente que la mayoría de las toracotomías por tumores se reducían a abrir y cerrar, porque eran tumores inoperables. Por esto se me ocurrió preguntar que se podía hacer para detectar tumores en estadios más tempranos. Inquietud a la que el Dr. Aguilar contesto: “mire che, hay algo que poca gente hace aquí, que es la citología de bronquios”. Se despertó mi curiosidad y comencé a leer todo lo que aparecía al respecto. Me entrevisté con el Dr. Terzano, que hacía citología ginecológica, me dio libros, me mostró las bases y en forma autodidacta fui entrando en este nuevo campo. Durante unos años compartí ambas especialidades, cada vez más atrapado en la citología, hice cursos de biología celular y cultivo de tejidos con la Dra. Sacerdote de Lustig en el Instituto Roffo e iba a ver patología con el Dr. Miguel Gil, jefe del Servicio de Patología del Hospital Tornú.
En el 3 piso del Pabellón Torello (Servicio de Cirugía), en el aula de clases había un gran placard, que fue el sitio que utilicé para montar un pequeñísimo laboratorio, donde comencé a ver esputos y lavados bronquiales. Por eso la frase: “Yo empecé en un placard”.
Mi primera batería de coloración estaba compuesta por 30 mantequeras de vidrio, compradas en un bazar cercano al Hospital.
El laboratorio del placard resultó chico, conseguí un sitio más grande, en el tercer piso del pabellón. Comencé a trabajar con el broncoscopista, el Dr. Ferrabone (se trabajaba con broncoscopio rígido), y leyendo trabajos principalmente europeos se me ocurrió que podíamos cepillar las lesiones endobronquiales con pequeñas esponjas de nylon. Bueno los resultados fueron fantásticos, entre los esputos y los escobillados bronquiales la sensibilidad se incrementó, y junto con la Dra. Elsa Antón, médica asistente que colaboró en el desarrollo de este pequeño laboratorio de citología, presentamos un primer trabajo de citología bronquial en 1963 en el Congreso Argentino de Tisioneumonología.
Cuando en el hospital se crea la Sección Central de Broncoscopía, asumió como jefe el Dr. Samuel Garfunkel, un hombre muy activo y con el que hice muy buena amistad. Con él comenzamos a desarrollar un instrumento para poder acceder a las lesiones bronquiales periféricas que estaban hasta ese momento fuera del alcance diagnóstico. Era todo ensayo, error y creatividad. Ayudados por un orfebre, logramos hacer unas escobillas flexibles y armamos el primer instrumento que permitía introducir la óptica y la escobilla flexible.
P: Entonces, ese instrumento fue desarrollado en el Hospital Tornú, y fue el primero en su tipo?
R: Si. Acá, en el Servicio de Broncoscopía del Tornú. Fue fantástico, obteníamos un 84 % de sensibilidad diagnóstica en las lesiones periféricas.
P: Cómo se llevaba por esos tiempos con los colegas patólogos?
R: Y, al principio con el Dr. Miguel J. J. Gil (Jefe de Patología), todo era diferencias conceptuales, que después evolucionaron a discusiones académicas muy interesantes que nos llevaron a una permanente correlación entre los resultados citológicos e histológicos y a una sincera amistad.
P: Si no me equivoco usted hizo parte de su formación en el exterior.
R: Si, en 1966 con un fellow- ship en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore, y en 1967 como Instructor en el Departamento de Patología del mismo hospital. Los dos años pasados en el Hopkins trabajando bajo la dirección del Dr. John Frost, fueron fantásticos con recuerdos imborrables. El Dr. Frost era “maestro de maestros” y el entrenamiento que logré en cito e histopatología fue enorme. Se abrían excelentes posibilidades para continuar trabajando en dicho lugar pero decidí regresar a la Argentina ya que mi madre había enfermado y deseaba acompañarla. Por lo que en el año 1968 estaba acá de vuelta.
P: Monté a pedido del Dr. Juan Carlos Rey en el Hospital Muñiz un laboratorio de citología en el Servicio de Anatomía Patológica a cargo del Dr. Oscar Croxato, con quien también tuve una excelente relación profesional y personal.
Las nuevas técnicas de citología bronquial también interesaron a los neumonólogos y cirujanos del Instituto Ferroviario del Tórax, que me solicitaron la creación de un laboratorio de citopatología en ese hospital el que dirigí por varios años.
P: Y nuestro querido laboratorio en su ubicación actual, cómo fue su creación?
R: El laboratorio del pabellón de cirugía resultaba chico, empezamos a buscar otro lugar, encontramos este sótano y acá se armó el laboratorio, que todavía está, y estoy muy contento de verlo.
P: Pero en ese momento citología no era sección todavía.
R: No, el que me ayudo a montar todo fue el director del hospital el Dr. Luis Boffi. Yo estaba como médico de planta del hospital a cargo del laboratorio de citología.
P: Y cuánto tiempo pasó para que se creara?
R: Fue en la década del 70, no recuerdo bien la fecha, la primera Sección fue la de la Maternidad Sarda, y la segunda, ésta, en el Tornú.
P: Nos cuenta acerca de la fundación de la Sociedad Argentina de Citología?
R: En el año 63 el Dr. Guillermo Terzano juntó a los que hacíamos citología en ese entonces, no éramos muchos y entre todos conformamos la Sociedad Argentina de Citología bajo la presidencia del Dr. Terzano. A fines de ese año 1963 se hizo en Rosario el Primer Simposio de la SAC, el presidente fue el Dr. Leo Lencioni y yo fui el secretario. Y de ahí en más, la Sociedad fue creciendo. La mayoría de los médicos de la Sociedad en ese momento no eran patólogos, era gente de distintas especialidades médicas en general ginecólogos, con interés en citología. También había patólogos, como el Dr. Kierszenbaun, un médico joven que había incursionado en la citología respiratoria, con quien frecuentemente intercambiábamos conocimientos. Era más un aprendizaje e intercambio entre amigos.
P: Imagino los esfuerzos para lograr el reconocimiento de la especialidad.
R: La Sociedad de Citología hizo importantes esfuerzos. Se creó una Comisión para lograr el reconocimiento de la especialidad. Y con los antecedentes se formó un expediente más grande que la Biblia. Cuando yo fui presidente en el año 77 o 78 me citaron del Ministerio de Salud Pública para notificarme que la citopatología iba a ser considerada como una subespecialidad de la anatomía patológica. A partir de eso se fueron creando las Secciones de Citología en los hospitales municipales.
P: Cómo era considerada la citología por esos tiempos?
R: La citología en sus comienzos fue muy resistida por los viejos anatomopatólogos, no por todos, pero la aceptación llevó tiempo. Hubo peleas, discusiones, resistencia a aceptar lo nuevo.
P: Y en la actualidad?
R: No, ahora no tendrían sentido esas diferencias.
P: Cómo ve a la nueva generación de citólogos?
R: Los veo bien, bien entrenados. A nosotros nos costó mucho porque tuvimos que entrar a la especialidad por la ventana, no existían las residencias.
El problema actual es lograr que en las residencias haya buenas rotaciones por citología, seleccionar aquella gente con capacidad especial para estar sentada horas haciendo screening, que les guste, no es para todos.
P: En la actualidad a qué se dedica?
R: Luego de mi jubilación en el año 2002 continúo como consultor en el área de citopatología del Instituto Oncológico H. Moore y estoy a cargo de un programa de detección M.E.S. (mujeres en salud). Sigo trabajando en citopatología oncológica en mi consultorio entusiasmado como el primer día, no tengo tiempo para aburrirme.
P: Qué otros intereses tiene?
R: Me interesó siempre la entomología y la paleontología, suelen verme escarbando suelos en lugares aislados.
También me gusta la fotografía, he hecho cursos y lo disfruto mucho.
P: Qué le gustaría hacer en un futuro próximo?
R: Me gustaría pasear por el mundo, estar con mis hijos, y con Keoni, mi nieto de 2 años.
P: Que nombre original.
R: Si es de origen polinésico y significa hombre honesto.
P: Le gusta leer?
R: Si de todo, novelas, ensayos, ciencia, autores clásicos y modernos.
P: Cine o teatro?
R: Cine.
P: Y la música?
R: También me gusta todo clásica, jazz, tango, folklore, pero no bailo nada soy muy duro.
P: Un lugar en el mundo?
R: Al lado de mis hijos, en España, elijo los paisajes áridos y tranquilos de la isla Fuerteventura, Canarias.
P: Le gusta el fútbol, es hincha de algún club?
R: No me gusta el fútbol.
P: Qué tareas caseras prefiere?
R: Poner algún clavo o reparar algo y cocinar de vez en cuando.
P: Una última reflexión que quiera compartir con nosotros:
R: A los patólogos jóvenes, a aquellos que les interese la citología, que se dediquen con ahínco a la especialidad, que tiene un campo enorme, no puedo creer que todavía haya mujeres con carcinomas de cuello invasores. Y las técnicas de punción con aguja fina, son fantásticas en el diagnóstico y seguimiento de los tumores malignos.
Finalmente tengo que decir que estoy muy contento de estar ahora charlando en este laboratorio del hospital del que tengo tan buenos recuerdos y compartiendo este tiempo con quien fuera una excelente compañera y colaboradora del diario quehacer.
Por Dra. Marcela I. Elffman