Tomamos un café con el Dr. Luis Eduardo De Las Casas
El marco de nuestro encuentro fue el XX Congreso Argentino de Citología, en el tanguero barrio del Abasto. El lugar elegido: el café del 1º piso del hotel donde se realizó el Congreso, al lado de una luminosa terraza. La intención: conocer a nuestro invitado. El resultado: los lectores lo juzgarán.
Pequeña reseña profesional:
Nacido en Perú, en Pisco, se desempeña como Profesor asociado de Patología y Director de Anatomía Patológica, University of Toledo Medical Center, Toledo, Ohio. Fue profesor asociado de Patología en Texas, Tech University Health Ciences Center, entre 2007 y 2010, es autor de numerosos trabajos científicos en citología y docente en la University of Wisconsin, Arkansas y Texas, Tech University Health Ciences Center, en El Paso.
Impresión diagnóstica: se trata de un hombre alto, sencillo y de aspecto tímido, de esos que resulta difícil abordar. Por ello, y con la intención de romper el hielo, comienzo por preguntar:
Dr. De Las Casas, antes que todo, podemos tutearnos?
LDC: Ningún problema.
P: Dónde queda Pisco?
LDC: Pisco, mi lugar de nacimiento está unos 300 km al sur de Lima, es un puerto.
P: Ah, ahora entiendo las fotos hermosas de mares que decoraron tu presentación, las sacaste vos?
LDC: No, las bajé de internet, ahora que lo pienso, tenés razón, me gusta el mar…
P: Me contás algo de tu familia?
LDC: Si, como no, estoy casado y tenemos dos hijas de 13 y 17 años.
P: Dónde estudiaste Medicina?
LDC: En Lima, de hecho viví con mis abuelos allí, y estudié en la Universidad Cayetano Heredia; una vez terminada la carrera, que es pública y gratuita, el Estado pide una devolución de los recién recibidos en la forma de un servicio. Como mi intención era hacer ginecología y obstetricia, acepté una invitación que en principio era por una semana a Santa Clotilde, en la Provincia de Loreto, a orillas del río Napo, esto es en plena selva peruana. Allí funciona una misión religiosa de los franciscanos. Resumen: me quedé un año allí, yendo sólo unas pocas veces a Lima “cuando veían que empezaba a hablar con los monos, me mandaban con algún paciente a la ciudad”.
P: Y qué hacías allí?
LDC: De todo, desde atención primaria, prevención en pueblitos alejados, hasta realicé amputaciones. Mis superiores allí (y los que me enseñaron y orientaron) eran dos sacerdotes médicos, el Dr. Jack Mac Carthy (norteamericano) y el Dr. Mauricio Schroeder (canadiense). Tres veces al año salíamos con las canoas a vacunar, con promotores de salud entrenados para el contacto con los pobladores, una experiencia que me marcó.
P: Y después de eso?
LDC: Después trabajé en Lima, en otra fundación “tierra de hombres”, institución de orientación multidisciplinaria dedicada fundamentalmente a ubicar chicos malnutridos, de familias carenciadas, para recuperarlos y llegar a esas familias. Mientras tanto seguía vinculado con los franciscanos ocupándome de los pacientes que derivaban de Santa Clotilde.
P: Entonces?
LDC: Entonces, tanto contacto con chicos me hizo pensar en hacer pediatría, apliqué para una residencia en pediatría en Texas Tech University y entré. Por lo tanto, y ya con mi esposa, nos mudamos allí. Hice un primer año en pediatría, pero no me convencía.
P: Y apareció la patología en el horizonte…
LDC: Tal cual, pero de casualidad, en un café me encontré con un amigo, residente en Patología, y me entusiasmó. Te quiero aclarar que siempre me gustó el microscopio, la biología, de hecho mi madre es profesora de biología. De modo que pude cambiarme, e hice la residencia en el Hospital William Beaumont Army Medical Center. Allí nos daban clases grandes personalidades de la patología y teníamos todas las grabaciones de los que nos habían visitado. Una de las grabaciones fue la del Dr. Frost, que me marcó mucho. Hice allí los dos primeros años.
P: Terminaste la residencia allí, o hubo más cambios en tu vida?
LDC: No, lamentablemente ocurrió la Guerra del Golfo, y el presupuesto de las Fuerzas Armadas se vio drásticamente disminuido, por lo que me quedé sin trabajo. Terminé la residencia en la Universidad de Carolina del Este, con el Profesor Silverman como citopatólogo, él fue muy importante en mi formación. La cuestión es que terminé mi residencia y me quedé un año como Fellow en patología quirúrgica.
Luego hice un Fellow en citología en la Universidad de Madison en Wisconsin, y un año más como docente. Volví a El Paso, como docente, tras intentar algo de práctica privada, si bien ganaba muy bien, no me sentía a gusto.
Actualmente estoy como Jefe de Patología Quirúrgica en Toledo Ohio, estoy bien.
P: Cuántos cambios, tu familia te acompañó y te apoya, me imagino.
LDC: A mi familia le debo todo, es mi motivación en tiempos difíciles, a mi madre le debo todo lo que soy. Asimismo, yo daría la vida por mi esposa o cualquiera de mis dos hijas sin la menor duda. Mi hija mayor nació en Texas, la menor en Carolina del Norte. Padezco de un proceso conocido como “transculturación”, no soy norteamericano, pero tampoco peruano.
P: Como la canción. “no soy de aquí, ni soy de allá…”
LDC: y, sí…
P: Te gusta lo que hacés?
LDC: Si definitivamente, me gusta estudiar tiroides, aparato genital femenino, la citología toda.
P: Y fuera de la medicina?
Momento de desconcierto, con cierta dificultad se conecta con sus gustos, sus deseos. Su mujer, presente en casi toda la charla lo saca de apuros: “tocás el piano”, dice, y arranca:
LDC: Ah, me gusta el futbol, jugaba bastante, en ligas menores, pero “las lesiones me dejaron afuera”, soy Hincha del Alianza Lima en el Perú, y de Independiente de Avellaneda en Argentina. Toco el piano, valsecitos peruanos, tango, y la música cubana clásica, “lágrimas negras” por ejemplo.
P: Tenés alguna especialidad hogareña?
LDC: Hago parrillada de carne, también cocino pescado.
P: Te gustó Buenos Aires?
LDC: Mucho, hice el tour en el colectivo amarillo, fui a ver un espectáculo de Tango, me siento muy a gusto con la gente. Agradezco mucho la invitación.
P: Muchísimas gracias Luis, hasta la vista.